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La Primera Guerra Mundial (1914-1918) – la Gran Guerra

La Primera Guerra Mundial – la Gran Guerra

En la Primera Guerra Mundial se dan varios condicionantes por primera vez en la Historia de la Humanidad: se trata de un conflicto global, con multitud de frentes abiertos; se considera una «guerra total», que afecta no sólo a militares, también a la población civil; los países participantes asignaron todos sus recursos a la lucha, asumiendo el control de la economía; aparecen nuevas armas, especialmente los tanques y los submarinos; y por su número de bajas, llegando a los 10 millones de muertos.

Dio comienzo de forma muy rápida. En apenas un mes se produjeron prácticamente todas las declaraciones de guerra entre las naciones beligerantes. Veamos por qué empezó y cómo se desarrolló uno de los episodios más sangrientos, no sólo del Siglo XX, si no de toda la Historia.


Primera Guerra Mundial: causas e inicio del conflicto

El contexto de principios del Siglo XX es muy diferente al concepto que tenemos hoy en día: se trata de una época en la que todavía sobreviven los grandes imperios y que el colonialismo persiste con fuerza. Aunque todo esto cambió tras el conflicto, las potencias europeas dominan el mundo y se disputan los territorios coloniales, que sirven para aprovisionarse de materias primas y como mercados para los productos producidos en las metrópolis.

Por otra parte, la irrupción de dos nuevos actores de peso en el contexto internacional, Estados Unidos y Japón, trasladarán el conflicto a escala global.

Ello genera un delicado equilibrio que alinea a las potencias en torno a dos bloques: por un lado, las potencias de Europa Central, Alemania y Austria-Hungría , por el otro, los aliados: Francia, Gran Bretaña y Rusia. A estos dos bandos se les irán añadiendo otros países según avanza la contienda (Turquía y Bulgaria a las potencias centrales, los aliados contarán con Japón, Italia, Portugal, Rumanía y en último lugar a los Estados Unidos), pero en 1914 la situación es tan tensa entre ellos que sólo hace falta una chispa para que se inicien los enfrentamientos. Y esa chispa llegó el 28 de junio.

Asesinato del Archiduque Francisco Fernando. «La Domenica del Corriere», 12 de julio de 1914. Foto: Wikimedia Commons

El heredero al trono de Austria-Hungría, el Archiduque Francisco Fernando, y su esposa son asesinados en Sarajevo por un nacionalista serbio. El 23 de julio Austria-Hungría da un ultimátum a Serbia para reconocer el asesinato en un plazo de 48 horas y permitir la investigación del asesinato. Ante la negativa serbia, Austria-Hungría declara la guerra a Serbia el 28 de julio. Aquí comienza el conflicto.

El 30 de julio la Rusia zarista moviliza sus tropas en apoyo a Serbia, lo que implica una declaración de guerra a Austria-Hungría. Sólo un día después Alemania, aliada de Austria-Hungría, declara la guerra a Rusia. Francia, en virtud del acuerdo de defensa que tiene con Rusia, pone en marcha sus tropas y Alemania también le declara la guerra, concretamente el 3 de agosto, e invade Bélgica. Gran Bretaña, aliada tanto de Francia como de Rusia, y firmante de un acuerdo de libertad con Bélgica, también emite una declaración de guerra contra Alemania. Unos días después Austria-Hungría declara la guerra a Rusia, Francia y Gran Bretaña.

Sí, seguramente tendrás que leer el párrafo anterior un par de veces, pero así de rápido empieza la Primera Guerra Mundial.


La Gran Guerra

Del plan Schlieffen a las trincheras

Como hemos visto en el punto anterior, la Primera Guerra Mundial arranca rápidamente con las declaraciones de guerra entre las potencias. El combate directo entre ellas comienza en agosto de 1914: Alemania pone en marcha el Plan Schlieffen, con el que pretende una rápida victoria sobre Francia para centrarse posteriormente contra Rusia en el frente oriental.

Primera Guerra Mundial – el Plan Schlieffen. Mapa: Enciclopaedia Britannica

El plan había sido diseñado por el jefe militar alemán Alfred von Schieffen a finales del Siglo XIX, y consistía en una rápida invasión de Bélgica y Luxemburgo para entrar en Francia y encerrar al ejército galo entre la frontera alemana y el contingente invasor. Aunque inicialmente consigue su objetivo, los franceses detienen el avance en el río Marne y obligan a los atacantes a retroceder hasta el Aisne.

Una trinchera durante la Primera Guerra Mundial. Foto: Wikimedia Commons

A partir de ese momento, la guerra pasa a ser un conflicto de posiciones. Ambos contendientes buscan estar comunicados por vía marítima, por lo que la línea del frente se alarga con la construcción de trincheras, que llegan desde el Mar del Norte hasta Suiza, en una situación de bloqueo mutuo que durará casi cuatro años y causará millones de bajas en los dos bandos. De hecho, las imágenes de las trincheras han pasado a la Historia como símbolo de la Primera Guerra Mundial.

El frente oriental, a pesar de las victorias iniciales de Alemania, también se estabiliza.

Estabilización del frente occidental. Mapa: Wikimedia Commons

Japón entra en el conflicto el propio mes de agosto declarando la guerra a Alemania. El imperio nipón está muy interesado en los dominios germanos en Asia y el Pacífico. De hecho, en enero de 1915 convierte a Manchuria y China del Norte en sus protectorados. Por otra parte, en octubre la marina turca bombardea posiciones rusas en el Mar Negro y se incorpora a la guerra en el bando de las tropas centrales.






La guerra en el mar

En 1915 los frentes continúan estabilizados y las iniciativas bélicas se trasladan al mar. Los ingleses inician el bloqueo de todas las comunicaciones marítimas alemanas. La marina alemana, con su temible flota de submarinos, consigue a su vez bloquear las islas británicas en febrero. En mayo la flota alemana hunde el crucero RMS Lusitania, procedente de Estados Unidos. Mueren 1.200 pasajeros y los Estados Unidos amenazan a Alemania acerca de posibles consecuencias, pero no le declaran la guerra. Primer aviso americano, al que los germanos responden relajando el bloqueo.

Primera Guerra Mundial: Hundimiento del Lusitania. Foto: Wikimedia Commons

En abril de 1915 Gran Bretaña y Francia lanzan una campaña para liberar el acceso al Mar Negro y facilitar los suministros de la Rusia zarista. Para ello, deben atravesar el estrecho de los Dardanelos, avanzar por el Mar de Mármara y tomar Estambul. Al mando del ataque aliado se encuentra un tal Winston Churchill, que decide invadir la Península de Galípoli, junto a los Dardanelos, con unos 450.000 soldados aliados (principalmente australianos y neozelandeses). Así comienza la Batalla de Galípoli (o Batalla de los Dardanelos para los ingleses), una dura derrota para los aliados: más de 150.000 bajas y ocho meses en los que no consiguen el objetivo.

Primera Guerra Mundial – Batalla de Galipoli. Mapa: Wikimedia Commons

La «guerra total»

Alemania intenta un golpe de mano que cambie la situación de la guerra de posiciones y ataca Verdún en febrero de 1916. La fortaleza está defendida por el general Petain, que al grito de «no pasarán» (adoptado posteriormente por los republicanos españoles durante el ataque franquista a Madrid en la Guerra Civil Española), consigue resistir a los cruentos ataques de la artillería y la infantería alemanas. Se estima que en esta cruel batalla mueren en torno al medio millón de soldados de cada bando.

Los aliados preparan un contraataque para aliviar la presión sobre Verdún. En julio la artillería pesada y los carros de combate ingleses se combinan con ataques de infantería, iniciando la llamada Batalla del Somme. Durante los cuatro meses que dura este choque, franceses e ingleses consiguen avanzar algunos kilómetros, pero a un precio muy alto: las bajas son similares a las sufridas en Verdún, sumando otras 500.000 bajas en ambos lados. La presión alemana sobre este frente sólo se relaja tras un ataque ruso al frente oriental, que obliga al mando germano a retirar las tropas de Verdún.

Soldados británicos en la Batalla del Somme. Los dos bandos utilizaron gas mostaza en la Primera Guerra Mundial. Foto: Diario ABC de Sevilla

Entre mayo y junio vuelve a adquirir importancia la guerra en el mar. las flotas de Gran Bretaña y Alemania se enfrentan en la mayor contienda naval de la Primera Guerra Mundial: la Batalla de Jutlandia (Dinamarca). No hay un vencedor claro, por lo que se mantiene el statu quo previo al choque: el bloqueo inglés sobre las comunicaciones marítimas alemanas.

Batalla de Jutlandia. Foto: World of Warships

Los campos de batalla se multiplican, mundializando la guerra, e incluso abriendo frentes diplomáticos: los aliados ofrecen la independencia a las minorías de los territorios del Imperio Austro-Húngaro si cambian de bando; las tribus árabes se alzan en armas contra el Imperio Otomano dirigidas por el coronel inglés Lawrence («Lawrence de Arabia»); Alemania pacta con Polonia su independencia, promueve rebeliones nacionalistas en Ucrania (contra Rusia), Egipto (bajo control inglés), Irlanda o Argelia (colonia francesa).

Fotograma de la película «Lawrence de Arabia» (1962), protagonizada por Peter O’Toole. Foto: RTVE





Agotamiento: sale Rusia, entra EEUU

La guerra comienza a pesar en todas las naciones beligerantes, tanto por su alto coste en vidas humanas como por el agotamiento económico. En 1917 Carlos I de Austria contacta con Francia para pactar la paz, que no llegan a buen puerto. En Alemania se convocan huelgas ante la falta de alimentos y los partidos de izquierdas comienzan a exigir el fin de la guerra. Pero el cambio fundamental se produce en la Rusia zarista.

El Imperio Ruso es la única gran potencia europea en la que perdura el absolutismo. El zar Nicolás II gobierna con puño de hierro, aunque las derrotas en el marco de la Primera Guerra Mundial y la difusión de las ideas socialistas entre la población despiertan un sentimiento de cambio. El partido Social Demócrata, dividido desde 1905 entre bolcheviques (revolucionarios y partidarios de instaurar la dictadura del proletariado) y mencheviques (moderados), aprovecha el descontento generalizado y en febrero de 1917 estalla la revolución en Petrogrado (actual San Petersburgo). El zar disuelve la Duma (el consejo imperial), pero ésta se rebela. Nicolás II pierde el apoyo del ejército y se ve obligado a abdicar el 17 de marzo.

Vladimir Ilich Ulianov, «Lenin«. Foto: Drugstore

Rusia pasa a nombrar un gobierno provisional con el objetivo de redactar una constitución y dirigir el país hasta alcanzar la democracia. Los nuevos dirigentes deciden mantener al país en la guerra, lo que provoca la ira de los soviets establecidos en Petrogrado y Moscú, que llamar a la revolución. El retorno del exilio de Vladimir Ilich Ulianov, «Lenin», acusando al gobierno provisional de burgués y exigiendo que el poder se transfiriese a los soviets, dispara la tensión: un antiguo general zarista, Kornilov, intenta un golpe de estado que es frustado por la oposición de soldados rusos y por los revolucionarios bolcheviques. La facción radical socialista se erige como defensora de los intereses del pueblo y se hace con el poder en todos los soviets. Lenin proclama su famosa consigna: «¡todo el poder a los soviets!» y el ascenso bolchevique se consolida con la proclamación de León Trotski como presidente en octubre. Los bolcheviques se hacen con el poder e imponen la revolución durante ese mes y el siguiente, siendo nombrado finalmente Lenin como presidente. En marzo de 1918 Rusia y Alemania firman la Paz de Brest Litovsk, y el partido bolchevique pasa a denominarse Partido Comunista.

Pero regresemos a la guerra: en 1917, con Rusia afrontando sus propios problemas internos, el ejército alemán puede permitirse reforzar el frente occidental. En febrero, y a pesar de las advertencias norteamericanas, Alemania logra un nuevo bloqueo marítimo de Gran Bretaña. Estados Unidos mantiene hasta ese momento una posición neutral, pero el hundimiento de varios de sus barcos por parte de los alemanes cambia su postura. El respaldo definitivo a la entrada en la guerra por parte de la opinión pública se da con la publicación del Telegrama Zimmermann. Este documento había sido interceptado por la inteligencia británica, y en él Alemania ofrecía a México armamento, financiación y los estados de Texas, Arizona y Nuevo México si declaraban la guerra a los estadounidenses. La reacción no se hace esperar: Estados Unidos declara la guerra a Alemania y entra en la Primera Guerra Mundial el 6 de abril de 1917.


La última oleada alemana y el final de la guerra

Con los condicionantes anteriores, y sin grandes movimientos definitivos, se llega al año 1918. Alemania respira al acordar la paz con Rusia (Paz de Brest Litovsk en marzo), descargando el frente oriental y lanzando una última ofensiva en el occidental con más de 3 millones de soldados. Los germanos cruzan el Marne y tienen París a tiro de piedra. No obstante, las tropas aliadas (franceses, ingleses y estadounidenses), dirigidas por el general Foch, repelen el ataque y hacen retroceder a los alemanes. Crecidos ante la posibilidad de vencer al principal contingente de Alemania, los aliados toman la iniciativa: las tropas americanas atacan las Árdenas en septiembre y los ingleses avanzan en Flandes. El mando alemán informa al káiser Guillermo que la guerra está perdida y le recomienda formar un gobierno que sea capaz de negociar la paz. La Primera Guerra Mundial toca a su fin.

Bulgaria firma la paz en Salónica el 30 de septiembre. Ingleses y árabes toman Amán y Damasco. El ejército francés entra en Beirut. Turquía se rinde el 14 de octubre. Austria-Hungría es derrotada por Italia en su frente sur.

Primera Guerra Mundial – Motín en Kiel (1918). Foto: Infobae

Pese a haber recibido órdenes para un último ataque naval, los marineros alemanes se amotinan en el puerto de Kiel (octubre 1918). La insurección se extiende por el resto del ejército, conscientes las tropas de que la guerra está perdida. El 9 de noviembre dimite el gobierno y Friedich Ebert, líder de los socialistas alemanes, asume la dirección del ejecutivo. El kaiser Guillermo II dimite ese mismo día y el 11 de noviembre Alemania firma el armisticio. Definitivamente, la Primera Guerra Mundial ha terminado.


Para saber más / fuentes consultadas